Un solo México
En los últimos años se han incrementado los niveles de incertidumbre en distintos ámbitos, tanto económicos como políticos y sociales. Europa pasa por un momento de alta tensión. Mientras en el Reino Unido siguen discutiendo los términos de su salida de la Unión Europea, en Alemania enfrentan una amenaza real de recesión y el crecimiento de todo el continente europeo se ha desacelerado. Además, las grandes potencias, Estados Unidos y China, registran señales económicas adversas atizadas en gran medida por la guerra comercial emprendida por ambos países. Las medidas aislacionistas entran en conflicto con la visión multilateral de los problemas globales.
México no está libre de ese clima adverso. Al terminar el segundo trimestre de este año la economía sigue desacelerándose. Ante tal escenario, nuestra responsabilidad como empresarios es enfrentar los retos y transformarlos en oportunidades. Es urgente activar medidas contracíclicas que fortalezcan nuestra economía y ayuden a retomar la ruta del crecimiento y el desarrollo. Y pocas veces se conjuntan factores como los que hoy nos ofrece la coyuntura para lograrlo: una alta liquidez en el mundo con inversionistas ávidos de mejores rendimientos, y una necesidad imperante de inversiones en infraestructura en el país.
En el sector de comunicaciones hace falta terminar una red de interconexiones, que incluya todos los sistemas de movilidad: las carreteras, las vías de ferrocarril, los puertos y las rutas marítimas, además de las rutas aéreas de carga y pasajeros. Ampliar esta plataforma de conexiones en tierra, mar y aire es la mejor forma de llevar el desarrollo a cada rincón del país.
Para apuntalar el desarrollo necesitamos energía, y para ello nuestros recursos naturales ofrecen un enorme potencial, específicamente los hidrocarburos. El desafío está en la exploración y producción de petróleo, concluir la red de gasoductos e incrementar nuestra capacidad de generación de energía, con fuentes convencionales y a través de opciones como las tecnologías de la energía renovable.
Lo anterior es únicamente posible con una combinación de inversiones públicas y privadas dentro de una sola estrategia. El diálogo entre la iniciativa privada y el Gobierno Federal ha sido una herramienta valiosísima, permitiendo construir acuerdos sólidos en favor de México. Debemos mantenerla y nutrirla.
En el sector privado coincidimos con el Gobierno Federal en la importancia de incrementar el bienestar social para todos, comenzando por los más vulnerables, aquellos mexicanos que han estado al margen de la prosperidad. Es fundamental enfocar dichas inversiones en beneficio de estos sectores y regiones. Para conseguirlo es primordial establecer un pleno Estado de derecho, erradicando la impunidad con la aplicación de la ley sin distingos de ninguna clase.
Del lado de la sociedad, todos los mexicanos tenemos una responsabilidad con la legalidad. Más allá de los cambios de gobierno, la transformación de la Nación entraña un cambio cultural: construir ciudadanía. Si queremos eliminar la corrupción, prediquemos con el ejemplo. No es congruente exigir el cumplimiento de la ley si esta no se respeta desde la cotidianidad, por ejemplo, cumpliendo reglamentos y pagando impuestos.
En nuestra historia, hemos tenido dos Méxicos: el de las oportunidades y el de la carencia. Hoy tenemos la posibilidad de unirlos en uno solo. Trabajemos juntos en pos de dejar un mejor país para las futuras generaciones.